Muchos me han preguntado qué hay detrás de las caricaturas, a lo cual he contestado rotundamente: el enemigo de nuestras almas. Satanás está utilizando esta industria para influenciar en la vida de las nuevas generaciones.

Las caricaturas, los cómics, los video juegos, el cine, la música, la literatura, el Internet y la televisión se han convertido en los mejores conductos para llegar a los jóvenes. Lo que ha sido bien aprovechado por el mal, para difundir un mensaje carente de valores morales y espirituales. Que provoque una generación débil de mente y que no crea en Dios, sino en sus propias habilidades.

Tristemente he visto que cada vez más jóvenes frecuentan el cine violento y agresivo, ven la televisión por horas y observan programas chatarras, practican los videojuegos más sangrientos y violentos sin control, oyen música con mensajes cada vez más 
perversos, leen libros cautivadores pero con trasfondos diabólicos.

Se excusan en no tener otras alternativas y que quieren disfrutar su juventud y no ser reprimidos. Pero disfrutar la juventud no se limita solo a vivir en exceso, sino a saber disfrutar cada momento sanamente y dentro del plan de Dios para la juventud.

Por desgracia, los medios de comunicación han influenciado demasiado en los jóvenes, sin importar su credo; dañando su moral y 
su espíritu con la información transmitida.

He ministrado a jóvenes que fornicaron porque lo vieron en la televisión y quisieron experimentar lo ahí mostrado. Con hijos que 
insultaron y agredieron a sus padres, porque lo aprendieron en algún programa o serie de televisión.

El problema no son las caricaturas en si, ni mucho menos la televisión, la radio o las computadoras, pues ellas son sólo el conducto; el problema es el mensaje, la esencia y el contenido que llevan dichos programas. Eso es lo que esta mal informado y dañando a las nuevas generaciones. También cabe resaltar que no daña solo a los jóvenes y niños, sino a la familia en general.

Esta información puede afectar hasta la persona más sana, pues un contenido sucio, es lógico que ensucie al receptor aunque este 
no lo quiera, ni lo este buscando, digamos que es un daño colateral.

La Biblia nos habla de esto, nos advierte del peligro que corremos de contaminarnos al recibir a través de nuestros ojos un material sucio. El señor Jesús dijo en Mateo 6:22: “La lámpara del cuerpo es el ojo; así que si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, Si la luz que en ti hay es tinieblas ¿Cuántas no serán las mismas tinieblas?”

Este espacio bíblico nos enseña que nuestro ojo es el receptor de la mayoría de la información que recibimos. El otro es el oído, 
pero al ojo, Jesucristo lo clasifica como la lámpara, o sea el punto receptor más importante de nuestro cuerpo. Si por este punto de 
recepción pasa información negativa, tu cuerpo no podrá iluminarse, al contrario, pero si recibes información edificante, esta  alumbrará e impactará a más vidas para la gloria de Dios.

Aún no concibo cómo algunos padres permiten que la televisión sea “la Nana” de sus hijos, ni por qué toleran que pasen horas y horas frente al aparato receptor recibiendo todo tipo de información sin siquiera hacer un esfuerzo para enterarse lo que ellos están viendo. Sopesar contenidos y poder dar una dirección mas correcta al respecto.

A los adultos les digo que es muy importante que se involucren con sus hijos, que dialoguen, pasen más tiempo con ellos, que conozcan lo que frecuentan y que los aconsejen al respecto. A los jóvenes los motivo para que guarden sus vidas, quizá ver tele no sea un pecado, pero sí orilla a que se cometan muchos. Se ha definido a este aparato “la gran promotora de pecados”.

Estoy de acuerdo que el aparato en si no es el problema, pero en este momento el contenido que distribuye este aparato es muy negativo; sin embargo, los exhorto a que después de leer este pequeño libro saquen sus conclusiones y decidan que posición tomar 
al respecto.

Todo es cuestión de tener el control. A aquí estamos pero no somos del mundo. Hay que aprender a vivirlo y disfrutarlo dentro del contexto sano y edificante para nuestras vidas, definitivamente no podemos estar encerrados todo el tiempo, hay que aprender a tener dominio propio y evitar a toda costa ser contaminados.

Esta situación no es cuestión de fanatismo, sino de inteligencia. La Biblia nos enseña que todo nos es licito, pero no todo conviene. Y hay que cosas que definitivamente no convienen y se convierten en un grave peligro para nuestra familia.

Prepárense a descubrir el plan que el enemigo diseñó para destruir a las nuevas generaciones y tratar de truncar el maravilloso 
proyecto que Dios ha preparado para la juventud de los últimos tiempos.