Libro Sin rodeos hablemos de homosexualidad.

Sin rodeos hablemos de... Homosexualidad.

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Sin rodeos hablemos de... Homosexualidad.

Índice.

Capítulo 1 ..........     Casos de la vida real

Capítulo 2 ..........     ¿Qué es y que provoca la honmosexualidad?

Capítulo 3 ..........     La verdadera causa.

Capítulo 4 ..........     Un estilo de vida sin futuro.

Capítulo 5 ..........     La realidad.

Capítulo 6 ..........     Una idea sin fundamentos.

Capítulo 7 ..........     Otra historia de la vida real.

Capítulo 8 ..........     La homosexualidad y Dios.

Capítulo 9 ..........     Con rumbo y destino.

Capítulo 10 ........     Mucho ojo.

Capítulo 11 ........     Concluyendo.

Casos de la vida real.

Alex era un chico precoz, tenía 12 años de edad, y la curiosidad era una de sus características. En la cuadra se juntaban algunos chicos de su edad, y algunos mayores. En las noches gustaban de platicar sobre sexo y todos esos temas que a los jóvenes les agrada hablar en la intimidad. Los mayores hablaban de sus experiencias con las chicas y de algo más. En una de esas tantas noches, Alex, se quedó solo con uno de sus vecinos. Se pudo haber ido con sus amigos al parque a jugar fútbol, pero no, Alex quería saciar su curiosidad, así que se quedo con ese chico, con la intención de saber un poco más. Su vecino, que era un par de años mayor que el, se dio cuenta de la inquietud del pequeño, así que lo invitó a ir a un lugar más apartado y platicarle detalles de forma más privada. La curiosidad de Alex, que aunque muy joven era muy grande; esa noche, su vecino lo sedujo y lo orilló a tener relaciones sexuales con el.

El me escribió una carta compartiéndome su testimonio y me decía, que aunque sabía que estaba mal, le atraía el hecho de tener relaciones sexuales, pero jamás dimensionó que era con una persona de su mismo sexo. Nunca se había puesto a pensar que era homosexual, sólo era un chico de 12 años, descubriendo lo que en casa no se hablaba, y que sus padres no le explicaban, y que a el tanto le llamaba la atención por lo que decían sus amigos. Así pasaron los años, Alex continuaba teniendo relaciones sexuales con 
su vecino a escondidas, y seguía intentando mantener su vida normal. No fue hasta los 15 años, cuando se dio cuenta que 
la atracción por las chicas era una realidad en su vida, pero estaba tan acostumbrado a tener sexo con hombres, que le era imposible poder entender lo que pasaba. Así que decidió hablar con su vecino, que lógicamente ya para este tiempo era mayor de edad, y le dijo que quería dejar de hacer lo que hacían, que ya no se sentía bien haciéndolo. El chico mayor, le dijo: “Esto no se termina, así como así, lo que hacemos y que tanto te gusta no se cambia de la noche a la mañana, eres homosexual, y te gustan los hombres”, le reprocho sin miramientos. Alex le dijo que el no era homosexual, y que solo era curiosidad. Entonces el chico mayor le dijo: “curiosidad es una vez, pero mas de 3 años ya es gusto”.

Alex le explicaba que a el le gustaban las chicas, y que ya no se sentía bien haciendo lo que hacía, que sabía que era incorrecto. El chico le dijo que el se sentía igual, pero a la hora de estar ahí solos, teniendo sexo, su deseo era mayor que sus sentimientos. Alex dejó a su amigo decidido a empezar una vida nueva heterosexual. Seis meses pasaron, y el se sentía bastante bien. Había empezado a andar con una chica, y parecía que todo iba bien. Pero un día en una fiesta, la historia volvió a dar una vuelta. Alex conoció al primo de su novia, y sintió cierta atracción. Eso lo incomodaba, porque no podía dejar de ver a este chico con otros ojos, y no solo como un conocido más.


Empezó a tener una “amistad” mas estrecha, y mas íntima. Cierto día, este chico le confesó que le gustaba, y que entendía si el no quería ser mas su amigo. Alex, se sentía confundido, molesto con el mismo, porque en su interior, aunque le gustaban las chicas, le atraía tener sexo con este chico. Ese día, el chico le dijo las palabras que el quería escuchar: “Yo se que te gustan las mujeres, pero tu me gustas a mi, y lo único que quiero tener contigo es sexo, no te pido nada mas, yo sabré ser discreto y nunca diré nada de lo nuestro”. Ese mismo día empezaron a tener relaciones, esto se extendió por mucho tiempo mas, hasta que un día, estaban en su casa, cuando sin darse cuenta, los padres de Alex aparecieron en la recamara y todo fue un drama, mientras la madre de Alex lloraba desconsolada, su padre lo agarró a golpes y también a su amigo, al cual botó desnudo de la casa, y a Alex lo golpeó prácticamente toda la noche, mientras lloraba y le decía a Dios que había hecho mal como padre.

Esa noche, Alex fue corrido de su casa, y le dijeron que nunca mas se volviera a presentar cerca de ahí. Alex se fue, y tomó un autobús a la ciudad de México. Ya ahí, Alex empezó a buscar trabajo, pero simplemente no encontraba nada, tenía apenas 16 años y no sabía hacer prácticamente nada. Se quedaba a dormir en la central, pues no tenía para el hotel, y ahí de las propinas se medio mantenía. Cierto día, un hombre se le acercó, y le ofreció dinero a cambio de acompañarlo a un hotel y tener relaciones. Alex acepto, tenía días de mal comer, y no se había bañado, y estar un rato en cama, no le caería mal. Así empezó a prostituirse. Y así pasaron los años. Cierto día le diagnosticaron SIDA. Vivió en un centro de rehabilitación de enfermos de SIDA, la enfermedad estaba muy avanzada, pues nunca se cuidó. Lamentablemente Alex conoció muy tarde al Señor, y su cuerpo enfermo, sin mucha esperanza de aliviarse, esperaba un fatal desenlace. Alex sin querer llevó una vida homosexual, nunca pudo formalizar una relación con mujeres. 

En la carta, que me escribió antes de morir en el 2004, me platicaba: “Siempre anhelé tener una esposa e hijos, formar una familia, envejecer con mi esposa, en mi ciudad. Pero nunca puede regresar, por la vergüenza, por mis amigos, por mis hermanos, por mis padres que nunca volví a verles. Siempre he pensado, que aquel día, cuando tenía doce años y me quedé solo con ese chico, debí 
irme, debí huir, debí levantarme e irme con mis amigos. Siempre me odié por eso, siempre reproché mi curiosidad, siempre lamenté mi promiscuidad. Hasta el día de hoy, debo confesar que no me di cuenta como me involucré en la homosexualidad. Nunca me consideré como tal, pero definitivamente viví de esa forma. Lamento no haber tenido la oportunidad de conocer el mensaje de salvación antes. Nadie ahí en la Central que me vio solo y abandonado, me habló de Cristo, todo mundo ocupado, todo mundo en sus cosas, menos esos depredadores, que andan en busca de carne fresca, de chicos necesitados. Tengo solo 24 años, y voy a morir en los próximos meses, nunca me di cuenta de la enfermedad que me contagiaron, nunca me di cuenta quien me contagió, ni a quien contagie. Simplemente un día me di cuenta que me estaba pudriendo. Espero que los chicos se den cuenta que la homosexualidad es una trampa. Te ofrece saciar tu curiosidad. Te ofrece sexo, te ofrece placer, te ofrece diversión, pero te lo cobra todo muy caro. Nunca eres feliz, ni minimante. Nunca te sientes satisfecho, siempre sientes remordimiento, siempre te sientes sucio. Mi mensaje es que tengan cuidado, no se dejen seducir, un día, el que menos se imaginen, los demonios de la homosexualidad se aparecerán, y te destruirán la vida”. 

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